Estaba sola, sin dirección, rumbo o
sentido alguno. Sentía que no tenía ningún propósito definido, sin un fin
concreto. Era una persona inútil que no se creía capaz de hacer las cosas bien.
Sentía su cuerpo demasiado rígido y
pesado a como antes recordaba. Cualquier movimiento le resultaba muy difícil de
realizar. Al final, tras varios intentos, consiguió mover el brazo y entonces
se dio cuenta de todo.
Una vez le dijeron: “de tan poco que
aprecias la vida de los demás, algún día te convertirás en una muñeca de
porcelana para vislumbrar la majestuosidad de la vida humana desde ojos
ajenos.”
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