Muchas personas comienzan el día deseando que fuese otra vez de noche, Jimena no era de esas personas.
Normalmente, tras un largo día, se desea ir a la cama para poder descansar y dormir, pero en el caso de Jimena, ocurría todo lo contrario. Para ella el ir a la cama significaba darle vueltas a la cabeza, pensar en su pasado, hacer que todas las cosas malas volvieran a florecer.
Cada noche que pasaba era peor, pues sus miedos e inseguridades volvían una y otra vez. Se sentía querida pero "¿cuándo me van a decepcionar?" pensaba. "¿Cuándo me van a rechazar?" susurraba a la luna.
Ya de por sí, Jimena era una chica con problemas de confianza pero si encima sumamos el hecho de haber pasado por tantos engaños y mentiras, la mezcla era explosiva. Para ella la llegada de la noche sólo traía consigo pena, tristeza, llantos, lloros y lágrimas.
No podía soportar las noches en vela, pues no paraba de comerse la cabeza pensando una y otra vez en lo mismo. Tantas veces había pasado por el rechazo y por las mentiras, que ya no confiaba en casi nadie y sabía que en las personas en las que confiaba, alguna vez la defraudarían, porque para ella el mundo era así. Un mundo en el que si confías en alguien, lo más seguro es que te parta el corazón y te destroce por dentro.